Cuando salió
Insidious en 2010 James Wan consiguió revitalizar un género que no pasaba por
sus mejores momentos. La sobrecarga de películas sobre exorcismos (verídicos o
no), con cuatro sustos pero con guiones manifiestamente mejorables, causó en el
aficionado al cine de terror (al bueno) un hastío profundo y una soporífera
sensación de estar asistiendo a la dolorosa defunción de una temática que históricamente
tan buenos momentos había dado al cine.
El mérito de
Wan es utilizar los planos con una maestría abrumadora. La clave de sus
películas no está en los sustos (que los tiene también y muy efectivos), sino
en esas escenas en las que consigue que el espectador no quite ojo de la
pantalla en busca de esa “imagen” que le helará la sangre.
Con Insidious
2 Wan parece haber agotado esos “trucos” que tan buen resultado le dieron en la
genial Expediente Warren. Y sería de agradecer que Wan tomase nota.
Con E.W todo
fluía a la perfección, con Insidious 2 prácticamente todo parece forzado. Diría
más, solo Patrick Wilson (otra vez estupendo) parece mantener a flote esta
segunda entrega, que carece del empaque y del factor sorpresa de su antecesora
y de la que Wilson trata de sacar el jugo necesario para que el espectador no
se vaya del todo decepcionado.
Y es que la
historia, aunque bien llevada (y requiere cierta complejidad), da la sensación
de que no da para mucho más. Simplemente acabas pidiendo la “imagen” de la que
hablaba antes, el plano que te sobresalte, el “truco” efectista que te mantenga
en vilo y que no te haga desconectarte cuando empiezas a vislumbrar que el
abuso de los clichés (que anteriormente funcionaron), en esta Insidious 2 no
terminan de funcionar.
Cuando acabas
deseando el susto barato para salvar la tarde (y la película) es que
definitivamente la cinta no es buena.
Pero no todo
es negativo en Insidious 2. La película tiene ritmo y el guión está bien
trazado. Y puede parecer una contradicción por lo expuesto anteriormente, pero
es cierto que James Wan hila bien los cabos sueltos de la primera entrega y
hace que esta secuela tenga un sentido, aun cuando en comparación con su
antecesora claramente salga perdiendo. Y por eso precisamente tiene cierto
mérito.
La parroquia
de seguidores de Wan no van a encontrarse con una película calamitosa,
simplemente con la alargada sombra de Expediente Warren…
Por lo demás,
yo la recomendaría a los no muy exigentes, a los de “cine de consumo rápido”, a
los palomiteros, a los que les gustó la primera parte y están interesados en
conocer que es a lo “nuevo” a lo que se enfrenta la familia Lambert… Porque eso
sí, una película regulera de James Wan es bastante mejor que cualquier bodrio
de adolescentes poseídos…
NOTA 5’5/10
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