(Parte
1)
La suerte es muy
ramera (que se lo digan a Alonso)
Se
terminó, se chapó la paraeta, temporada de F1 finiquitraun.
Ganó
Hamilton y ganó bien. (¿Sencillamente?)
porque es mejor piloto que Rosberg, ¡es shimplesh!
que diría ese escupe opiniones –que
escuecen- que es don José Mourinho. Aunque en Fórmula 1 todo es relativo y así
se han encargado los protas de
recordárnoslo a lo largo de la historia de la competición. Ser o no ser mejor
que otro en un negocio en que el parámetro de la suerte resulta ser tan
pejiguero en un tortuoso calendario con 19 pruebas, puede no ser el factor
determinante que te dé o te arrebate un título de campeón del mundo de Fórmula
1. De hecho, tenemos el claro ejemplo en Fernando
Alonso. Considerado por todo el paddock como el mejor piloto en la
actualidad y no consigue meter en su zurrón otro título desde el año 2006.
Esa forma admirable
de Rosberg de regalarle el bicampeonato a Hamilton
Lo
que si te da un título, retomando el tema, – y te ahorra sufrimientos
innecesarios por otra parte- es tener un coche con una superioridad mecánica tan
abrumadora –debería estar tipificado como delito en el código penal- y además tener
en el box de al lado, como compi de escuadra, a un tipo emperrado después del
parón veraniego, en ponerte en bandeja un título que por números sin duda mereces,
en el que partías como claro favorito a principios de año para todo hijo de
vecino, pero que asistes horrorizado como se te va deslizando de las manos, en
un paralelismo dramático con la bellota revoltosa que desespera a la ardilla
prehistórica de nombre Scrat en cada
una de las pelis de Ice Age.
Pero
ahí estaba Rosberg con la bombona de
oxígeno, incansable, al quite, presto y dispuesto para socorrer a su compañero
de equipo, a su ex viejo amigo, al chico inglés del triste distrito de
Stevenage justo cuando peor pintaban las cosas para sus intereses.
Todo es susceptible
de empeorar
Porque
Rosberg decidió no comparecer en la disputa por el título después de la jarana
que se montó entre los dos únicos contendientes en el Gran Premio de Bélgica.
Hamilton
enlazó así cinco victorias consecutivas en las que Rosberg partía en la Pole en
dos de esas cinco carreras: Suzuka y Estados Unidos.
Lo
ocurrido en Monza fue tragicómico; Hamilton salía en Pole pero pasaba la
traicionera primera chicane en cuarto lugar mientras que Rosberg aprovechaba el
regalo del inglés para ponerse en primera posición sin ningún tipo de oposición
seria que le impidiese abrir el gap suficiente como para no tener que sufrir al
final ante la más que segura cabalgada/remontada de Hamilton.
Lo
demás ya lo conocen, dos extraños bloqueos de Rosberg en la primera frenada cuando
comenzaba a sentir el aliento de un Hamilton desbocado en modo hammer time, pusieron en bandeja la
victoria al piloto inglés en territorio Ferrari y lo que era más importante,
Hamilton se hizo fuerte –aún más- dentro del organigrama de la marca alemana.
¿Le pudo la presión a Nico? ¿Fue ciertamente un problema mecánico relacionado
con los frenos? ¿En Mercedes pactaron que Rosberg le regalase la victoria a
Lewis después del incidente que tuvieron el piloto teutón y el inglés en Spa?
Nunca lo sabremos (salvo que Lewis lo tuitee
algún día) y además ya no importa realmente. El caso es que Rosberg, que
dominaba el campeonato con cierta soltura a esas alturas de la competición,
empezó a empequeñecer alarmantemente y la sombra de Hamilton comenzó cada vez a
hacerse más y más poderosa…
Resumiendo que es
gerundio
Y
que sí, que lo dicho, Hamilton justo campeón, porque es muy bueno y porque
además, aunque me reconozco como un loser
patológico con la insana afición de apoyar causas perdidas, prefiero que se
lleve la perra gorda un tipo que además de bueno, o muy bueno como en el caso
de Lewis, tiene talento, talento innato. Y Hamilton, de ese preciado bien, anda
sobrado, muy sobrado. Rosberg no.
La
diferencia entre Hamilton y Rosberg es que el primero es un asesino en serie de
las victorias. Un lobo solitario hambriento que cuando huele el miedo de su presa
le hinca el colmillo con tal voracidad que no da tiempo a segundas
oportunidades.
Rosberg
le regaló a Hamilton la victoria en Bahréin a pesar de que Lewis llevaba un
neumático en peores condiciones y el alemán acababa de calzarse un neumático
blando con el que –supuestamente- daría caza al inglés fácilmente. En esa
batalla con todo a favor, Rosberg no pudo con Hamilton. Primer aviso.
Sin
embargo, en Suzuka y Estados Unidos, con Rosberg en la Pole, Hamilton olió
sangre y le pegó un estacazo moral a Rosberg en forma de dos adelantamientos de
esos que marcan el devenir de un título. Yo los denomino en la intimidad, adelantamientos jerárquicos.
¿Y los demás? Reguleros
y gracias
Ya
desde pretemporada se vio que ningún equipo estaba en condiciones de poder
poner en aprietos el título a los dos pilotos de Mercedes.
En
ese drama de nula competitividad entre el resto de la manada surgió, enorme, inconmensurable,
el chico de la sonrisa eterna.
A
Ricciardo lo considero hasta la
fecha un brillante cazador de recompensas a expensas de lo que pueda hacer en
una temporada de más igualdad mecánica. Se ha demostrado un especialista en
arrancarte un brazo cuando solo querías darle la mano. En cuanto ha surgido la
más mínima posibilidad de cazar metal, ahí ha estado siempre. Se ha llevado
tres victorias por astucia y por estar ahí, importante, estar ahí siempre…
parece sencillo, pero en un negocio como este, con un motor Renault aquejado de
falta de potencia y con un tetracampeón en el box de al lado, los logros de
Ricciardo merecen ser valorados con toda profundidad.
Vettel, lo de Vettel. Ese portento a una vuelta e
imbatible con coches un segundo más rápidos que el resto ha parecido un paria
este año, un don nadie. Se ha metido en una ciénaga asolada de minas. No se me
ocurre cosa más poco productiva para un deportista de éxito fulminante como
Sebastian, con cuatro títulos en el bolsillo, referencia en Red Bull e hijo
adoptivo de Ecclestone, que sembrar por ti mismo un campo de dudas
aparentemente con explicaciones vagas y que en ningún caso te dejan en buen
lugar. El año próximo irá a Ferrari. Buena suerte Seb, espero por el bien de la
Fórmula 1 que te repongas de los fostiones
de este año y que me chapes mi bocaza. Hasta la fecha, como intuía, sigues
muy lejos de ser una referencia en esta bacanal firmada de puño y letra por
Bernie.
Alonso se pira de Ferrari.
Cinco años plagados de sinsabores, de promesas que ni por asomo llegaron a
cumplirse, de falsas evoluciones mecánicas que se convirtieron el hazme reír
tanto del paddock como de los propios aficionados. Un equipo empeñado en
pisotear año tras año una marca legendaria devorada por su estúpida arrogancia.
Alonso ha demostrado estar muy por encima de Ferrari este tiempo. Lo que ha
ganado en pista estos años cinco años, mucho o poco, se lo ha ganado él. Sólo
él.
Fernando
ha destrozado a Raikkonen como ya hizo
con Massa en su momento. En pista y mentalmente. Lo que ocurre es que Massa
adoptó un rol secundario rápidamente en el equipo y con ello se quitó una
mochila de piedras a la espalda.
Raikkonen
llegó este año de la mano de Montezemolo para apretarle las clavijas a Alonso,
para meterlo en vereda decían… un campeón del mundo que bajaría a Alonso de ese
pedestal que se ha construido el propio Fernando a base de talento, de empuje, de
no dar nada por perdido hasta el último palmo de pista, de garra, de decisión y
sobre todo, de tener una cabeza privilegiada. Llegaba Raikkonen decían… Pobres
ilusos.
(Continuará)
Gran resumen, deseando "catar" la continuación,
ResponderEliminarUn saludo,