Se terminó. El
pasado domingo Breaking Bad se despedía después de cinco temporadas y 62
capítulos con un final quizá poco arriesgado, pero que, a mi juicio, cerraba perfectamente
la que muchos consideran la mejor serie de la historia.
Y es que las
salidas que le quedaban a White después del rumbo que había tomado la quinta
temporada eran pocas.
Con un cáncer
de vuelta, con una familia rota y con “su” ego resquebrajado (era lo que
verdaderamente le importaba), las opciones de Heisenberg (y de Vince Gilligan) pasaban
por una salida “airosa” y (sobretodo) una redención.
La
conversación con Skyler nos descubre definitivamente lo que ya se palpa
temporadas atrás. El negocio de la metanfetamina “le mantiene vivo”, “le gusta”.
Más allá del objetivo económico, el poder es realmente lo que ha atrapado a
Walter en esta espiral de violencia y destrucción.
El momento en
que White se despide de su hija es entrañable. Incluso cuando presencia ya
desde fuera del hogar familiar la llegada de su hijo y uno sabe ya de antemano
que se encamina hacia lo inevitable.
Con todo atado
y bien atado en lo económico y en parte en lo familiar a Heisenberg solo le
queda enfrentarse a su propio final (diseñado por él mismo).
El maestro de
la farsa va a interpretar su último espectáculo.
El
enfrentamiento con la banda que le ha robado prácticamente la totalidad de su
dinero se salda con una carnicería en toda regla. La venganza está consumada,
el final próximo.
El esperado
cara a cara con Jesse quizá es menos impactante de lo esperado. Walter le da
una pistola a Jesse y le dice que lo mate allí mismo. La policía está de
camino, la redención de Walter a un paso. Pero Jesse no quiere mancharse de
nuevo las manos de sangre. Walter está herido después de la refriega y se
encamina al laboratorio de metanfetamina de la banda por última vez. Jesse se
larga con un coche de la escena, su destino es incierto, quizá también hacia la
redención, quien sabe.
El Baby Blue
de Badfinger sonando mientras White pasea por el laboratorio es una de las
escenas para recordar. Luego, la nada. Heisenberg se desploma. En parte no han
podido con él. En parte se ha reconciliado con todo lo que había destruido.
Final atado y bien atado. Nada espectacular como dices pero de los que acaban de forma redonda una serie para la historia. Creo que nunca he visto una serie TV de tanta calidad, en todo, guión, interpretación, puesta en escena, música... una joya que nadie debería perderse. Una buena secuela podría ser la nueva vida del gran Jesse Pinkman (Aaron Paul), actorazo en mi opinión... sólo con verle en la última temporada la angustia se apoderaba de ti, Pobre Jesse, el mejor y más noble de todos los personajes. ¿Qué decir de WW, de Saul Goodman, de Hank Schrader, Gus Fring...? Personajes tan inquietantes como sorprendentes. En esta serie no hay buenos ni malos, sólo hay damnificados... casi como la vida misma.
ResponderEliminarEnhorabuena por tu crítica, Yukio :)
@garcijarvar
Tu resumen también es certero. Lo suscribo todo. ;-)
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