No aprecié el nuevo disco de Quique González hasta que no nos adentramos irremediablemente en la carretera. Es un disco exclusivamente para eso, o al menos, para apreciarlo en toda su profundidad.
Sureño, tranquilo, cálido. Por fín Quique no se rasga las vestiduras y deja claro que lo que le mola es Johnny Cash. Lo decía pero no lo ponía en práctica a corazón abierto. Ahora si. Aquí se ha quitado sostenes y fajas, nada le importa ya, acercarse a sus ídolos ya no parece en este Delantera Mítica un trabajo demasiado forzoso.
Y precisamente ahí es dónde puede pillar a contrapié al fan de toda la vida. Carece de canciones inmediatas, esas que abundan por ejemplo en Salitre 48 y que disco a disco han ido desapareciendo para dar una forma más clara y concreta de lo que pretende ser Quique González a día de hoy.
Estrofa a estrofa Quique se abre el corazón con una navaja. Expulsa sus propios demonios con una delicadeza que hiere. Con una voz más rota, con algunos kilos de más en su equipaje, con sus idas y venidas, con sus guiños a Dylan, a Cash o a Young. Y eso me hace temer que Delantera Mítica funcionará solo para paladares exquisitos. Perderá clientes que buscan melodías certeras y poco más (esos que venían de los primeros discos y que poco a poco han ido desencantándose con el rumbo tomado por el autor). Sin embargo, tengo la sensación de que el rumbo que ha tomado ( o que tomó y ahora ratifica) ya no tiene vuelta atrás.
NOTA 7/10
@YUKIOSEKImaddog
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